Vallecas

Hoy quiero compartir mi segundo rincón. Es un lugar de alturas. Un lugar en el que casi puedes tocar el cielo, y en el que, si te descuidas, puedes escuchar todo lo que ocurre en la capital. Sus excéntricas formas a modo de pecho, cubiertas por una fina capa de verde, le dan el nombre al que hoy responden.

En efecto, las tetas de Vallecas. Pero no quiero hablar del lugar a nivel general, quiero hablar de la posición idónea. Y es que la séptima teta, probablemente la más empinada y la más lejana, es mi rincón. Desde lo alto de ésta, luce el Windsor con su nueva estructura, la cúpula de Atocha y el Palacio Real, entre otros.

A pesar de haber desvelado mi rincón, quiero profundizar un poco más. La puesta de sol es maravillosa. Aquello se llena de fotógrafos todos los días en los que el sol quiere dejarse ver caer. Pero esa no es mi escena favorita.

Cuando cae el sol, se forma el arrebol. Aquella mezcla de colores entre naranja, rojo, rosa y amarillo.
Y las nubes comienzan la procesión de formas. Tumbarse boca arriba en la hierba y encontrar patos, al diablo, a Don Qujote de la Mancha, un oso e incluso un despertador, es lo que hace de este sitio, mi rincón favorito del barrio.